Por: Daniel Chanona Velázquez
¿Ave de rapiña?
REINOSO abandonó sigiloso el vestidor, en Chiapas, no dio la cara. Tras de él, Jaime Ordiales con el rostro desencajado llamó a Carlos a la distancia solicitándole que hablara con los medios presentes… el “Maetro” hizo caso omiso a la petición del vicepresidente americanista. Bauer, indiferente, se fugó de la prensa sin gesticulación alguna; lo escoltaba Luis Roberto Alves, quien para evitar mayor intriga de los reporteros externó brevemente y sin detenerse “luego se va a hablar de esto”, acción seguida “Zague” mostró una sonrisa por obligación y con el pulgar en alto se marchó. La lectura de la situación resultó evidente, no sólo el vestidor extravió su gracia sino que la misma directiva no haya respuesta a sus constantes fracasos desde hace cinco años y la gran mayoría busca pasar por encima del ya comprometido puesto que hasta hoy continúa ocupando Michel. Ya en tierra de nadie, Carlos tuvo que reconocer el fracaso, su fracaso como americanista. Ni el más conocedor de los mil y un conocedores de las galaxias y el universo pudo comprender a qué intentaba jugar América: equipo gris, sin criterio, carente de conjunción, dependiente de individualidades, misma que intentaron mostrarse y que gracias a ello el descalabro en Tuxtla no fue mayor. Reinoso hizo bien en dejar el banquillo pero no debe alejarse jamás de la institución, él sólo es la fina y pequeña punta de iceberg que siempre tiende a caer.
Humillante, vergonzoso, lo más ridículo que hubo en la historia de Coapa, la afición en el “Zoque” –aun partidarios de los colores amarillos- coreaba al unísono cánticos europeos “¡ole, ole, ole!” tras ser contagiados por el dinamismo del equipo local, institución joven que confió en un proyecto, que a través del diálogo fueron enfriando las cosas en momentos de grave tensión, que a base de resultados comienzan a ganarse de a poco la confianza de su gente, de un Estado, ¡vaya! del buen futbol.
En más de una ocasión compartí mi disgusto por el nulo entendimiento que plasmaban Rey, Arizala y Martínez juntos, hoy la táctica resulta, sólo dos en el campo pero la mística individual de los colombianos se mantiene latente. Como debe ser.
He que atesorar dos frases, la primera externada por José Guadalupe Cruz, estratega felino: “No hay que embriagarnos de soberbia”, una de las tantas palabras que citó en conferencia de prensa pero -a consideración de un servidor- la que describe por completo el entorno Jaguar. Va más allá de una simple metáfora. Expone la serenidad con la que manejan esta racha positiva, consientes que aún falta un largo tramo y que para consumar lo deseado se necesitan mucho más que tres puntos por partido; la segunda es del Presidente de Jaguares, Guillermo Cantú entrevistado para Deportes Con Garra: “Me encanta ver el estadio lleno”, preguntole, ¿A quién no? Y si de algo puedo estar seguro, porque desde hace tiempo no lo estaba, es que si Jaguares continúa con un perfil bajo, hablando en la cancha, evitando frustraciones y confiando en lo estipulado el “Víctor Manuel Reyna” volverá a pintarse de naranja.
“El dolor es temporal, el orgullo es para siempre”
TWITTER: @Daniel_Chanona
PD: La campaña “Esto sí es grande” en verdad me gustó. Diferente, sutil, fina. Bien.
El uniforme conmemorativo lució, fue de mi agrado. Que perdure, pues.
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