Así
las cosas
Una plantilla de experimentados elementos
no sólo exige aplausos para librar un segundo objetivo cuando el primero ya fue
resuelto parcialmente y con creces…
Me limito a suponer que el compromiso de
algunos clubes en el futbol mexicano en su intento por clasificar a la liguilla
por el título disminuyó considerablemente y de forma extraña.
El futbolista se entusiasma por ser
alguien, lucha para ello, lo consigue, se estabiliza y a la par un colmillo
cual dientes de sable se desarrolla de manera íntima en su seno profesional;
cosas de la vida, del futbol, producto de cualquier necesidad.
Hay clubes en el máximo circuito nacional
que instantes previos al arranque del presente certamen liguero fueron
abiertamente criticados por sus manejos administrativos y viajes “imprevistos”
de una plaza a otra en nuestro país.
Más allá del sentimentalismo
característico de las regiones beneficiadas, en su momento se criticó
estrictamente el manoseo deportivo, cuestión que hoy en día no extraña a nadie;
incluso, con el paso de los años es sabido que sostener a una institución
deportiva en determinada zona territorial en México es posible con la inversión
“pública” o monstruosamente privada, sin alguna de las dos vertientes
económicas el particular tropieza y se va a la quiebra, entorno que el
empresario prevé evitando arriesgar demasiado su capital.
La semana anterior hubo quien alzó la voz
y en su carácter de directivo expuso de las autoridades gubernamentales están
obligadas a invertir en el deporte de alto rendimiento, comentario sacado de la
chistera producto del contexto al que éste personaje dirigió sus palabras.
Durante 18 semanas jamás tocó el tema, pero sí lo hizo días previos a un
acontecimiento decisivo para la imagen de un equipo y un estado que aspiraba a
pelear por el campeonato y un boleto a la Copa Libertadores. ¿Por qué?, me
pregunto.
Conjuntos de media talla presumen
chequeras maltrechas, agripadas, a punto del coma; quizá por los cambios
bruscos de temperatura. Para evitar los números rojos recurren a sus aliados,
quienes regularmente medican las cuentas y la recuperación es magnífica, claro,
siempre y cuando los asociados no tengan prioridades en la agenda, sino el
pacto termina por fructificar a medias. Ninguno pierde, ambos cumplen con lo
inicialmente acordado y se evitan los cambios de planes o reajustes de palabra.
El jugador –generalizo-, desde luego
influye desde su trinchera. “Ya soy, ya cumplí. ¿Quieren más? ¡Por supuesto!
Pero aguardo reciprocidad”. La afición debe entender que hay colores opacos, en
ocasiones involuntariamente a lo estrictamente apegado al juego. Todos los
inmiscuidos velan por atesorar lo propio, lo que les corresponde, y nada más.
Paradójicamente simulan estar en su
derecho, mientras mejor resulta el desempeño laboral con mayor firmeza se busca
el espaldarazo material. Lo peor es que jamás se hablará con pulcritud al
respecto, y como los clubes cumplieron –mal que bien- con sus objetivos
primarios, ello será argumento suficiente para explayarse y decir que
“salvaron” la campaña.
"El dolor es temporal, el orgullo es para siempre".
Correo electrónico: danielchanona@hotmail.com
| Twitter: @Daniel_Chanona
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