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martes, 23 de diciembre de 2014

ESPECIAL | México en el Mundial de Baloncesto

40 años después...


Los héroes tienden a serlo porque les caracteriza un don ajeno que les permite subsistir en escenarios exentos de cotidianeidad, donde potencian su esmero para librar aguerridas batallas en pro de un bien común. Llámese ficción o realidad, no siempre visten de capa y antifaz. Otras veces lo hacen de corto y juegan al baloncesto, a decir del léxico castizo; al basquetbol, en comunión con el vocablo americano.

Disculpará las expresiones bélicas: 40 años después, quince valientes y tantos más en la retaguardia, todos en la zona de conflicto, libraron con honores la contienda más estrepitosa entre la desidia burocrática y el pletórico orgullo profesional que les condujo a los octavos de final. La debacle ante los Estados Unidos estaba ya pronosticada, estaba ya planeada. Así tenía que ser para que se les reconociera el empeño. Porque la virtud también se oferta a las audiencias.

En México, donde ganar es consecuencia de un milagro y no de mérito, los tropiezos más rentables son contra las potencias. Sólo en el cuartel de éstos guerreros importaba el cómo y el porqué de cada triunfo o doblego, no el contra quién tan recurrente en los análisis barrocos de escritorio.

Frente a Lituania, Eslovenia y Australia, a la par de los resultados, quedaron en evidencia los ensayos previos. Suerte ingrata que imprimió lógica en las cifras definitorias. El Tri fue irreverente pero no le alcanzó. Los quintetos del Viejo Continente, así como el oceánico, respondieron a costas de su bagaje y de contar con una sobrada plantilla. Lo que restaba era aprenderles. En aquellos países el baloncesto es una asignatura que, desde siempre, se ha facturado con decoro.

Quien se atreva a refutar que son los números los que avalan el rendimiento coral de un equipo en un partido, que se devuelva al calendario y rememore que desde 1974 no se hablaba en nuestro país de la disciplina con la naturalidad de ahora, pese a la bruma espesa que le rodea.

El Tri ráfaga se supo desprotegido una vez en altamar; mas no desamparado, porque entre cada individuo íntimo de la expedición hubo respeto y equidad. El único estatus enarbolado con humildad sincera fue el de saberse históricos ante un instante, por demás, irrepetible. En ello encontraron refugio y motivación; de ello se afianzaron para librarse de Angola y Corea en el camino. Vuelvo a cómo y no al contra quién, insultante y perturbador.

La delegación mexicana, en voz de su capitán Gustavo Ayón, denunció que las gestiones de su viaje a España no fueron las pertinentes. Por ejemplo: asientos de avión mal ubicados que le impedían al jugador sentarse correctamente debido a su altura corporal; habitaciones reducidas, con las camas regulares y no con las medidas especiales que requieren los basquetbolistas debido a su complexión; ausencia de internet durante algunas etapas de la concentración, horarios de vuelo distintos para toda la plantilla, y demás comodidades propias de un representativo nacional en una justa mundial. A decir de los expedicionarios, oídos sordos de las autoridades, aquellas que elevaron las anclas de un navío pero al que jamás lo escoltaron a buen puerto. Si llegó fue por la pericia de sus tripulantes.


Me quedo con la experiencia y sus sonrisas. Con su ecuanimidad, camaradería, tesón y astucia. Un combinado que jugó al todo por ganar y nada que perder, lujo que no puede ni debe  permitirse el deporte, que pecó echando a Valdeolmillos. Decisión que ojalá no desmorone más a esta nutrida familia que vive entre las duelas, los aros y la incertidumbre.

*Artículo publicado en la edición segunda de Vavel Magazine MX
http://www.vavel.com/mx/polideportivo-mx/428935-anuario-2014-un-sueno-mas.html

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