MADRID, España.- Veintinueve
años después, el Real Madrid izó la bandera del bicampeonato en la Copa del
Rey. Misión cumplida. Su estreno en Las Palmas de Gran Canaria el pasado
viernes refrendó su candidatura tras superar a un correoso Zaragoza en los cuartos
de final. Embalado, el sábado atajó los ánimos del Joventut en la antesala de
su reyerta definitiva número 43, donde, con Gustavo Ayón (10 puntos) en pista
25 minutos, superó al Barcelona en la decimosexta final copera entre los dos
grandes del baloncesto español (71-77), la quinta en las seis últimas
ediciones, la primera en el palmarés del pívot mexicano.
Los madridistas no conseguían
hilvanar dos copas desde las ediciones 1985 y 1986, sin embargo, la era Pablo Laso,
puesta en marcha en 2011, recondujo a lo grande su tormentosa relación con un
trofeo que hasta la llegada del entrenador vitoriano estuvieron 19 años sin
tocar. El quinteto blanco previó el aviso de sus intenciones, estableció en
semifinales el récord de triples de la competición con 16 tantos. Cinco de ellos,
precisos, sin fallo, que se adjudicó el especialista menorquín Sergio Llull,
desaparecido en la contienda más exigente de la eliminatoria.
Fue un cotejo equitativo en
la primera parte. Ambos pecaron de desatino cuando intentaron herirse por el
exterior. No obstante, y a la postre de toparse en transiciones por dentro con
una muralla clarividente, el Barcelona halló consuelo en los tres triples de
Alejandro Abrines que condicionaron en el cuarto inaugural la postra del
Madrid, sostenido por su capitán Rudy Fernández y Gustavo Ayón, ausente en el
segundo periodo pero con un aporte individual de 4 puntos, convertidos en
instantes de confusión, los que perduraron también en el desenlace,
incompresiblemente, entre coberturas tardías y esporádicas contribuciones de la
segunda línea, necesaria para refrescar una plantilla sin descanso.
El Real Madrid pudo hacerse
del parcial porque los catalanes perdieron el hilo de su ofensa dos minutos
antes al entretiempo, concesionando el fulgurante desdoble del cuadro
capitalino, su mejor recurso cuando se despista el enemigo, cuando siente que
agua le sube al cuello. Sin el nayarita ni Felipe Reyes sobre la duela, el
Madrid luce falto de carácter.
Mejor, y por mucho, los
azulgranas en conjunto. El croata Ante Tomic fue tan importante para los
dirigidos por Xavi Pascual como las apuestas individuales de Rudy Fernández
(MVP), Andrés Nocioni y Sergio Rodríguez para los de Laso. Discurrió el tiempo
en un constante estira y afloja, con espesor por la fatiga en común. Y justo
ahí, en territorio viscoso, Gustavo Ayón se erigió como líder para devolverle
la ilusión al cuadro madrileño con el incruste de tres canastas de costo doble.
Agrandado y en forma.
El Madrid se amoldó a las
intentonas del Barça. Pudo librarlas con creces. Espabiló bajo presión, con
sangre fría. Hurtó rebotes, intensificó sus descaros, dominó el cuarto restante, aún acosado por el
crono, sus segundos agonizantes y un rival tan incisivo como imperfecto cuando
más se le exigió. La Copa buscó vitrina y la encontró por vigesimoquinta
ocasión en la impoluta exhibición que se presumen en el museo de la concurrida
Castellana.
ASÍ
JUGARON
71. Barcelona (21+21+15+14): Dolleman, Hezonja, Satoranksy, Tomic, Oleson -cinco inicial-; Thomas, Marcelinho,
Abrines, Navarro, Pleiss, Lampe y Nachbar. Entrenador: Pascual.
77. Real Madrid (18+23+23+13): Llull,
Carroll, Rudy Fernández, Ayón, Reyes -cinco inicial-; Maciulis, Nocioni,
Bourousis, Campazzo, Carroll, Rivers, Sergio Rodríguez y Slaughter. Entrenador:
Laso.
*Crónica publicada en el diario deportivo ESTO.
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