Todo para la vuelta
MADRID, España.- Para gustos
están hechos los colores. Atlético y Real Madrid empataron sin goles en la ida
de los cuartos de final de la UEFA Champions League, disputada en el estadio
Vicente Calderón. Defender hasta la provocación del aplauso por conducto de la
ofensa deportiva sobre la agonía del partido, fue el sello rojiblanco. La
antítesis, justamente resultó la apuesta del actual monarca continental.
Jugando a no dejar jugar, el
Atleti fue sintiéndose más cómodo. Si no exuberante, sí armonioso en el
principio. Porque el futbol también consiste en ceder la iniciativa y apostar
por el despiste del rival. El
Atlético de Madrid prosperó hipotecando la pelota, pero ser un equipo frontal
se le complica. Buscó pases filtrados entre líneas, intentando que Antoine
Griezmann o Mario Mandzukic hicieran de velocistas, mas en el pique en corto
Sergio Ramos tiró de experiencia, de visión de campo y de mejor ubicación.
Emancipando sutilezas, el
Madrid se fue creciendo. Pin, pan pun. Toco y me muevo, vieja ley del goce
colectivo. Sin embargo no llegó a ninguna parte con la claridad supuesta de los
grandes. Probó con centros desde los costados, con triangulaciones inconclusas
y con punterazos, casi a bocajarro, sin mayor consuelo que el de intentar y no
dejar de hacerlo. Una vez agotados los recursos, y en pro de un respiro en
medio campo, provinieron de Ramos sendos latigazos que Cristiano no alcanzaría
ni con los patines puestos.
Al portero rojiblanco, Jan
Oblak, piensan ya en inmortalizarlo. Al sufrir el Atleti sobredosis de
prudencia, sobre él descargaron los merengues en reiteradas oportunidades. Y,
en igual número de ocasiones, vistió de capa, guantes y antifaz. A Gareth Bale,
por ejemplo, se le redujo la moral cuando decidió encararlo tras equivocarse
Diego Godín en la salida; el guardavallas esloveno apretó los dientes y
reivindicó su oficio, como un titán. También sus lances se mofaron del ariete
lusitano y de Marcelo, y de todo aquél que osara vulnerar arrojos colchoneros.
Compactándose en defensa y
agrandando el campo en el ataque, los vástagos de Neptuno poco a poco ganaron
metros, soltura y confianza. Juanfran Torres se atrevió a escalar su banda para
ser partícipe de un remate con la testa de Arda Turan que reactivó el
metabolismo inerte del portero Iker Casillas, en los albores del complemento.
Con mejores guarismos
jugando en casa, donde ha ganado 21 de los últimos 23 partidos europeos, el
Atlético de Madrid concentró en su capitán, Gabriel Fernández, sus desfogues a
tierra de nadie. Griezmann recibía de espaldas y, al querer volverse, Raphael
Varane estaba allí para agobiarlo… hasta que Diego Pablo Simeone decidió
sustituirlo por Raúl García, cuya obligación fue hermanarse con Gabi para
liberar de deberes impetuosos a Mandzukic, exigiéndole refugiarse en punta a la
caza de un remate, en comunión con Fernando Torres, a la postre de ingresar por
Koke Resurrección.
Carlo Ancelotti enarboló la
extrema prudencia como bandera, dándole cabida a Álvaro Arbeloa en detrimento
de los vaivenes de Daniel Carvajal, y a Isco Alarcón en lugar de Karim Benzema,
fantasmagórico en la ribera del Manzanares ante los ojos de una inmensa mayoría que rechazan el sigilo productivo. Isco retuvo
menos de la cuenta, encontrándose con demora en medio de los aventajados Luka
Modric y Toni Kroos, partícipes del toma y daca medular que subscribió la
algarabía, según sus intereses, para el partido de vuelta.
ALINEACIONES
Atlético de Madrid: Oblak;
Juanfran, Miranda, Godín, Siqueira; Koke (Torres 82’), Gabi, Suarez, Turan;
Griezmann (García 46’) y Mandzukic. DT.- Simeone.
Real Madrid: Casillas;
Carvajal (Arbeloa 84’), Ramos, Varane, Marcelo; Kroos, Modric, James; Bale,
Cristiano y Benzema (Isco 75’). DT.- Ancelotti.
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