Casillas, el salvador
MADRID,
España.-
De pie y con palmas calurosas despidió la grada al Rayo Vallecano, que anoche dignificó a las nóminas modestas contra el todopoderoso de la industria
balompédica
en el orbe: el Real Madrid, rescatado de la medianía por sus figuras de siempre.
Cristiano Ronaldo y James Rodríguez replicaron los laureles, mas con una resulta
notablemente diferente a la del domingo anterior. 0-2 en patio ajeno, en
tierra soberana y obrera. Sin ton ni son.
El
medio campo del Madrid necesita de tiempo y de espacios para crear, pera ceder
con precisión,
para hacerse del terreno, de la confianza, del partido. No obstante, cuando le
achican su parcela tiende a incomodarse, a exhibirse ajeno a su costumbre, por
detrás
de la línea
divisoria. Resistiendo, a la espera de un despeje malherido, de un acto
desesperado del rival al no encontrar su recompensa; que la mereció, y
muy pronto.
El gol lo simboliza todo en el futbol, pero algún día, cuando se niega, la eterna
voluntad y los aplausos debieran de puntuar en los torneos. Por mero
reconocimiento.
Porque
el Rayo Vallecano es un equipo indomable que tutea a quien se le ponga en
frente. Tendrá mejores
o peores rachas, sin embargo, su espíritu prevalece sin distinción de plantillas ni de oponentes. Paco
Jémez,
su entrenador, es con seguridad el absoluto responsable de que Luka Modrik y
Toni Kroos, por primera vez en mucho tiempo, se desdibujaran casi por completo
en un festejo; de que Kakuta, Manucho y Alberto Bueno fueran tanto o más que Cristiano Ronaldo, Karim
Benzema o Gareth Bale. Cuánto mérito de Jémez. Por no bajar la guardia, por saber a qué jugar y por hacer de Sergio Ramos, Raphael Varane e Iker
Casillas, los tipos más sobresalientes de la ofuscada noche madridista. A una
liga tan dispar como la española, equipos como el de Vallecas la reivindican, aunque
enamoren a contadas y discretas aficiones.
El
Real tuvo en su número "7" la aproximación más clara al contragolpe, pero el
delantero luso resbaló cuando intentó recortar dentro del área grande ante la barrida de un
defensa, acción que el nazareno interpretó como despiste y no como infracción ni circunstancia; decidió amonestarle, enfureciendo al banquillo blanco, ayer vestido
con el uniforme de gala color negro, el color del desatino y la
impotencia.
Tanto
va el cántaro
al agua hasta que anota Cristiano... O hasta que se impone la nómina al orgullo. Imposible fue para
el Vallecano mostrarse físicamente a tope. Apenas flaqueó, luego de mucho y de nada, las
jerarquías
pesaron. Dani Carvajal desacomodó a la defensa rojiblanca y centro a mediana altura para el
ariete portugués, que definió al 67' con un remate maltrecho, con la cabeza, a
bocajarro. Seis minutos después, James Rodríguez resolvió con finura, desde el balcón mayor, a la base del poste derecho
del portero David Cobeño. Figura camuflada entre la modestia.
Ya
con Francisco Alarcón en pista, el Real Madrid danzó con mayor soltura -Javier Hernández entró de cambio al 90' para jugar el tiempo añadido-. Recuperó su hegemonía en la medular, pensó dos veces antes de actuar y se deshizo de las prisas. Al
Rayo no le quedaba más que finalizar el acto con el mismo empeño. Ingresaron el mexicano Javier
Aquino y el venezolano Miku para desfallecer de algo, con dignidad, la que jamás (por merecer) ganará un partido.
ALIENACIONES
Rayo
Vallecano: Cobeño, Tito, Nacho, Amaya, Fatu (Jozabed 57'), Manucho,
Trashorras, Kakuta, Ze Castro, Bueno (Miku 69') y Embarba (Aquino 81'). DT.- Jémez.
Real
Madrid: Casillas, Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo, Kroos, James (Nacho 89'),
Modric, Cristiano, Bale (Hernández 90') y Benzema (Isco 71'). DT.- Ancelotti.
*Crónica publicada en el diario deportivo ESTO.
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