Por: Daniel Chanona Velázquez.
Silbantes subyugados
INTERESANTES me resultaron los comentarios emitidos por el ex silbante con gafete FIFA, el mexicano Hugo León Guajardo, quien en su intento de impulsar a la Asociación Nacional de Árbitros Profesionales de México (ANAPM) y exigir públicamente la salida de Aarón Padilla como titular de la Comisión de Arbitraje, asegura haber dejado las canchas profesionales tras causar baja luego de las represalias cobradas por la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut). León Guajardo da por hecho que muchos de sus colegas se han mantenido al margen de la ANAPM pues temen ser relegados de dicha Comisión y de la propia Femexfut. En aras de la intriga arbitral, la ANAPM sigue de pie pero carente de interés por parte de la gran mayoría de los árbitros profesionales en México.
Hugo León Guajardo acusa severamente al controvertido ex silbante -y ahora analista arbitral- Felipe Ramos Rizo de conocer las designaciones arbitrales mucho antes que los mismos interesados, acusándolo de llamarles por teléfono para asignarles una “línea”, acorde al encuentro, o hacerlos partícipes de consejos de cómo trabajar los partidos.
Cataloga que a nivel general los árbitros en nuestro país “están siendo sometidos y denigrados por la Federación Mexicana de Futbol”. Como suele ocurrir en cuestiones de agravio, la Comisión de Arbitraje tachó de revanchista la actitud de León Guajardo luego de sus declaraciones crudas, donde también afirma que la Comisión que preside Aarón Padilla se encarga de manipular las gráficas de rendimiento y calificaciones de los silbantes con la única intensión de “someterlos”.
Con el fin de “incentivar” a los “hombres de negros”, la Comisión de Arbitraje firmó un convenio desde 2008 con una empresa distribuidora de lácteos, quién le proporcionaría a la misma Comisión un bono extra el cual sería otorgado a los árbitros –quienes cobran por honorarios y no cuentan con Seguro Social- que tuvieran mayor productividad en sus actuaciones. La mecánica propuesta era la siguiente: por una calificación arriba de ocho se dieran por cada décima mil pesos de incentivo por juego, lo anterior con el fin de aprovechar el patrocinio conseguido; León Guajardo asevera que las calificaciones obtenidas se mantenían en un promedio de 8.1 y 8.3 pero a la postre, de la iniciativa para la motivación constante de los silbantes, los promedios semanales resultaron demasiado bajos, a duras penas las mejores proyecciones laborales alcanzaban el 7.9 de calificación. Las gráficas, al parecer, fueron manipuladas con ese fin.
Poco más de cuatro páginas relatan las injusticias que han vivido los árbitros dentro de la Federación Mexicana de Futbol. El cinismo de Justino Compeán al advertirles a los agraviados que le dieran el voto de confianza a Padilla o dejaran el arbitraje, no hubo más opciones; por lo consiguiente, las cosas desde entonces a la fecha pintan exactamente igual.
“El dolor es temporal, el orgullo es para siempre”.
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