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lunes, 14 de noviembre de 2011

VITRINA DEPORTIVA (15/11/11) Columna publicada en el diario deportivo ESTO

Por: Daniel Chanona Velázquez.

Cuando el alma rugió por vez primera.

NOS volvimos locos aquél día. Quizá, la primera alegría que nos brindó el moribundo equipo chiapaneco, que por aquellos abriles era dirigido por Sergio Bueno; la agonía corría por las venas de una afición necesitada de futbol, con hambre de gloria, con fe y convicción. Sí, de la memoria no se borra el cabizbajo Clausura 2003, mismo que a la postre de seis meses de agonía brindó serenidad a su entonces escasa afición sureña. Vale la pena hacer remembranza de aquella hazaña, de aquél alarido fugaz, de aquél chaparrón un día previo al encuentro que confesaba que el cielo también agonizaba con el posible descenso de Jaguares de Chiapas.

Puebla y Morelos escoltaban el futuro mediático de los más mezquinos en el balompié mexicano. Chiapas recibía a los hijos pródigos de Zapopan quienes atesoraban, entre sus vagos rincones de impotencia, el último lugar de Tabla General siendo los peores de aquél entonces, ocupando el sitio 20 de 20 desalmados. No hubo mayor elección para los apenas conquistadores del sueño profesional en el futbol local; si Jaguares conseguía la victoria, el mundo naranja cobraría sentido total de armonía, despidiendo entre las penumbras a los, hoy, extintos Colibríes quienes de ellos dependía directamente su salvación.

Lucio Filomeno, en la primera parte, tomó la esférica entre sus manos, derramando sudor que sabía a desesperación. Colocó el balón en aquél manchón infame, protagonista del impotente resultado, encapsulado sin anotación alguna, ante la mirada atónita de un pueblo urgido por exhalar el grito preferido de los amantes al futbol; Lucio, falló el penal de la escabullida salvación.

En la tribuna reinaba un silencio avasallador, miserable, cobarde. Filomeno había sido advertido con anterioridad que con cualquier agresión de su parte para con un rival sería sancionado sin objeción alguna, provocando su segunda amonestación y por ende su exclusión del juego… así fue, al 83´ Lucio perdió la calma.

Tres minutos previos a la culminación del cotejo y con 10 felinos en el campo, Marco Antonio Rodríguez, silbante en turno, decretó un tiro libre a favor de Jaguares sobre la portería norte del estadio “Víctor Manuel Reyna”, que era defendida por Mario Rodríguez. José Damasceno “Tiba” colocó sobre el césped el último dardo de la ruleta; Gilberto Mora le arrebató el ego, y con firmeza se plantó tras la princesa del futbol, la contempló, amenazó con la mirada a su futuro y la empalmó con pierna zurda. Toque vulgar, magistral, a muchos nos pareció el mejor cobro de tiro libre de la historia, por lo que representaba, por lo que se jugaba tanto en la cancha como en el tendido, valga la expresión taurina. El grito deslucido de “gol” vistió de éxito a Chiapas, a sus colores, a sus raíces, a sus detractores y a sus files aficionados; la historia, a partir de ahí, la hemos escrito todos.

¿Mayor satisfacción que la anterior? Tal vez sí, idealizar con la semifinal.

“El dolor es temporal, el orgullo es para siempre”. 
TWITTER: @Daniel_Chanona


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