Por: Daniel Chanona Velázquez.
La Unesco blinda al toro.
ES sin duda, el mundo del toro, un tema delicado y complejo. Para la gran mayoría se trata de historia, de arte, de pasión, de entrega, de gallardía y de pundonor. Para muchos otros, lo anterior merma la integridad del animal y corrompe aún más la moral de la ya quebrantada sociedad.
Los defensores del sistema taurino de Latinoamérica aplauden los esfuerzos de aquellos que arriesgan su dinero para mantener viva esta centenaria tradición. En contraste, hay taurinos indignados, afición consiente, ganaderos y matadores comprometidos que se encuentran agraviados por el voluntarismo y negligencia de promotores y autoridades, y son ellos quienes afirman que la tauromaquia ha sido secuestrada por el debilitamiento del espectáculo, gracias a la “pobre” oferta de éste, así como por la modernidad irreflexiva y un orquestado movimiento antitaurino subsidiado por poderosas empresas trasnacionales fabricantes de alimentos y productos farmacéuticos para animales.
A mediados del pasado mes de enero, la ciudad de Tlaxcala le abrió sus puertas al II Coloquio Internacional La fiesta de los toros: un patrimonio inmaterial compartido, en el que se trató como punto principal el posible reconocimiento de la tauromaquia por la Unesco como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, crédito cedido desde abriles anteriores a Francia, país europeo, en donde se logró la comunión de aficionados, de la Unión de Ciudades Taurinas de Francia, partidos políticos, científicos y diversos especialistas quienes gestionaron el proyecto y lo sustentaron haciendo especial énfasis en la integridad del toro de lidia y a la muerte de éste en el ruedo, no en los corrales.
México, históricamente, es un puente importante entre las culturas de Europa y América, país caracterizado por su especial vocación taurina así como por su valiosa contribución a la riqueza y a la historia de la fiesta brava, y son por éstas razones que está latente el interés de varias entidades mexicanas para que nuestro país se involucre al ya comentado proceso de reconocimiento de la fiesta de los toros por parte de la Unesco. Para que lo anterior llegase a suceder es necesario se formalice la creación de un Observatorio de Culturas Taurinas, similar al que llevó la batuta del caso en Francia, además del respaldo del Estado, instituciones académicas o iniciativa privada , e incluso la figura de una Organización No Gubernamental.
Francisco Coello Ugalde, coordinador del evento desarrollado en Tlaxcala, afirma que mientras los privilegios de la modernidad no atenten contra una costumbre inveterada, como es el toreo, además de inculcarle a las nuevas generaciones un síntoma de atractivos simultáneos que les garantice una realidad, así como el esfuerzo de los ganaderos por la crianza del toro bravo, le abriría a México la posibilidad de unir lazos para conseguir lo propuesto y blindar al mundo de los tres tercios.
Rezaba don Pepe Alameda: El toreo no es graciosa huída, sino apasionada entrega.
¿Quién pega mejores faenas, la vida o el torero?
“El dolor es temporal, el orgullo es para siempre”.
Twitter.com/Daniel_Chanona | vitrinadeportiva@hotmail.com
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