Derecho reservado
SI no se tienen
palabras aptas para pronunciar, guardar silencio debiese ser lo correcto.
Y es que me llamó la
atención el rol que jugaron los representantes de la Secretaría de la Juventud,
Recreación y Deporte durante la presentación del séptimo Maratón de Aguas
Abiertas “100% Cañón” la semana, a celebrarse el entrante 23 de marzo. Dio lo
mismo su presencia o un par de hologramas.
Si bastaba con la
proyección de la imagen misma de la dependencia, sobraba su logotipo en la lona
expuesta a las espaldas de quienes presidieron la conferencia de prensa. Se
limitaron a opinar. Lo más desconcertante fue cuando su titular intentó cerrar
con broche de oro aquella comparecencia, diciendo menos que nada, y viéndose
mal. Es más, alguien de los presentes tuvo que pedir que se guardara silencio
por respeto al ponente en turno cuando un murmullo de indiferencia se dejó
sentir. La comitiva que los escolta la conforman al menos una decena de
elementos que se inmiscuyen en la parafernalia; desconozco y me interesa poco
el saber qué rol dicen dominar, pero con tan extenso equipo de colaboradores la
“austeridad” niega hacerse notar.
Fue cuestionado en
relación a los eventos trascendentales celebrados en el pasado como la Copa
FINA. Cortó de tajo y, sin dar explicaciones de sobra, le cargó la mano a la citada
reserva de recursos para la inversión de justas de envergadura, sin descartar
la posibilidad de retomar aquellas disputas en años venideros. La pregunta sería:
¿con él en el escritorio?
Sugeriría recibiera
el total respaldo y asesoramiento en cuestiones de imagen por parte de su gente
más cercana, pues le costará ganarse el respeto de quienes dicen respaldarlo, y
en una etapa de limitaciones las gestiones no tienen por qué quedar marginadas,
salvo por la ingrata costumbre del intercambio de favores a costa del mejor
licitador. Existen derechos que acuden por el contexto a la grata reservación.
Están a tiempo, aunque éste, en política (deportiva), es relativo.
ESTÁ EN LO CORRECTO
A finales de la
semana anterior conversamos con Édgar Andrade. ¿Lo recuerda? Sí, seguramente por
su lastimosa lesión años atrás cuando militaba con el Cruz Azul o por sus
esporádicos llamados a Selección, sin embargo, no es el mismo. Consiente está
un servidor del potencial enclaustrado en el camiseta 19 felino; en la
conversación sostiene que su balance físico es el óptimo y dice no buscar
explicaciones del por qué el banquillo se ha vuelto su (peor) aliado. Lo sentí
inquieto, resignado, importándole poco porque así lo ha decidido el Técnico,
aunque evita conflictos tras preguntas mordaces de terceros.
Le puso el pecho a
las balas y salió bien para no convertirse en objeto del sensacionalismo momentáneo;
pero si hay algo que le deshace, el
saber que a razón de los minutos a cuentagotas recibidos en la cancha las
puertas del Tricolor parecen haber quedado con llave para su persona. Claro,
¿quién sabe, cierto? Semestre cargado para “Chepo” y compañía, pero apegados a
la realidad luce lejana convocatoria
alguna en un momento cumbre para el representativo nacional.
“Creo que la etapa
de desmotivación ya pasó”, dicta Andrade no conforme con el juico, buscando
pronto una justificación inmediata. Ojalá que así sea, puesto que en deuda está
con el futbol mexicano. José Guadalupe Cruz considero que está en lo correcto, hacerlo
reposar hasta entonces en la banca.
“El dolor es
temporal, el orgullo es para siempre”.
@Daniel_Chanona |
danielchanona@hotmail.com
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