Por: Daniel Chanona Velázquez.
Simplemente estamos mal. La situación por la que atraviesan miles de connacionales no es grata, en absoluto. Todos recordamos el suceso en Torreón, obviamente, no se olvida. Tras aquél acontecimiento, que privó de diversión a familias enteras y que puso en tela de juicio la seguridad nacional, se implementaron diferentes dispositivos de seguridad alrededor de los estadios protagonistas del balompié mexicano, una medida plausible pero tardía. Mayor hubiera sido el mérito si cada uno de los clubes de futbol en México tuviesen como iniciativa propia procurar la “seguridad” de la fanaticada dentro y fuera del recinto de práctica, cuestión de la que hoy hacen alarde por la necesidad de que el momento de impotencia nacional no afecte la economía de aquellos refugiados de tras de interés ajenos a la realidad social.
Me agrada la idea de “estadios resguardados”, de un mayor número de elementos de seguridad en las inmediaciones de los mismos, personas “capacitadas” dentro de los monumentales escenarios, todo eso se escucha increíble, sí, adquiere un sentido fabuloso a nuestros oídos pero desagradable a la postre de la euforia. El detalle no es “hacerlo”, puesto que el “Zoque”, en la capital chiapaneca, el pasado viernes, desplegó una sucursal de resguardo anti guerra que “agradó” a más de un sector del público pues, dicen, se sintieron “acogidos” por el mayoritario número de policías a comparación de la afición que se citó al “Reyna”; el meollo del asunto es “seguir” haciéndolo. Parece lógica la cuestión de que así será, que semana a semana los cuerpos policiacos arribarán y partirán hasta que el “último” aficionado desaloje el estadio, y esto lo menciono porque antes de hacerse obligatoria la vigilancia en un complejo deportivo se hacía caso omiso a las recomendaciones y denuncias de la afición por la escasa seguridad luego del pitido final, y es que hace 20 días recibí comentarios por parte de un grupo ciudadano que se vio acosado, al término del partido: Jaguares – Cruz Azul, por maleantes a las afueras del “Víctor Manuel Reyna” sobre la “popular” Calzada de las Etnias, a escasos 20 minutos tras la finalización del encuentro. Sí es cierto, y me atrevo a decirlo porque lo he visto, y apuesto que más de uno ha sido testigo de que las unidades encargadas de coadyuvar el orden público desaparecen cuando apenas la gente se asoma por las puertas de salida; la noche y la, creo entonces, escasa iluminación se hacen cómplices de aquellos que buscan abusar de la inocencia del seguidor al futbol.
Escuché decir que desnudarán al histórico “Zoque”, en sentido figurado evidentemente, buscan despojar del inmueble todas las mallas de protección que “resguardan” la integridad de los “protagonistas” de la cancha, no de la tribuna; que así se haga, que las quiten, pero que no nos vengan a decir que son necesarias las fosas de seguridad para poder hacerlo, sería “terminar de matar” a la ya acabada pista de tartán para invertir en algo que estadios como el “Andrés Quintana Roo”, “Nemesio Diez” o el “TSM” no tienen, fosas, que en caso de catástrofe serían cómplices del apresurado destino y costarían vidas en demasía. Omitamos las fosas, por favor.
PD: Jaguares, no estaría de más una mayor atención en el manejo de textos en su publicidad impresa, ustedes saben el por qué. Sí, fue un error y tuvo solución.
“El dolor es temporal, el orgullo es para siempre”.
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