Por: Daniel Chanona Velázquez.
El zarpazo del tigre.
AÚN recuerdo la angustia de su gente torneos atrás. Sí, quién lo hubiese pensado, después de verse inmersos en serios problemas porcentuales hoy todo eso se olvida de a poco. No es fácil borrar de la memoria 29 años de sequía, cierto, casi tres décadas de encontrar rara vez las respuestas a aquellas interrogantes que envolvían el áurea de Tigres. Para fortuna de muchos el hijo pródigo volvió, y a Ricardo Ferretti le bastó un año para cosechar en su historial ganador su tercer título de Liga como entrenador, rememorando el conseguido con Guadalajara en 1997, sin olvidar el de 2009 con Pumas y en esta ocasión con los regiomontanos.
El “Tuca” suma ya veinte abriles de trabajo constante, ha sido el estratega más activo desde que tomó las riendas del equipo de la UNAM, en el 91. Jamás ha estado sin dirigir. Nunca lo han corrido. Ha sido él quien suele dar un paso al costado en cada una de las instituciones deportivas a las cuales ha representado desde el banquillo -Pumas, Chivas, Tigres, Toluca y Morelia- cuando los aires de grandeza empiezan a esfumarse.
Una de las aficiones más leales del balompié nacional ya obtuvo su recompensa. Se merecen eso y mucho más. Felicito a ellos también, a los “tigres” de corazón, aquellos que omiten las justificaciones cuando los vientos no soplan a favor pero su lucha es constante en las tribunas.
El accionar de Tigres es casi perfecto. No se complican, sólo se aplican. La mística del buen estratega radica en eso, en hacerle entender a los jugadores lo que pretendes, contagiarlos de tus aspiraciones y llevar a cabo lo dicho. Tigres juega solo. Ferretti ha conseguido en el año lo que muchos no pudieron hacer en 29, darle un estilo propio a la dinámica felina, aquella tan criticada pero siempre fructífera. No sólo la ofensiva tiende a ser testigo de las victorias, cuando se trabaja bien en el fondo el resto de la táctica implementada sale, en ocasiones, sobrando.
No debemos permitir que el protagonismo de Marco Antonio Rodríguez durante la final pasada nos haga disculpar la derrota santista. Lo que hizo Tigres para consolidar su potencial y con ello lograr el campeonato es dignísimo, lejos de la mediocridad arbitral. A Santos he de reconocerle el esfuerzo pues jugar bajo aquellas condiciones climáticas, lejos de su gente, contra un trabuco de equipo y ante un arbitraje patético resulta extremadamente complejo.
Finalmente, Tigres se convierte en el Campeón del futbol mexicano número 86, tomando como referencia la Temporada 1943/44 cuando el Asturias, dirigido por Ernesto Pauler, derrotó 4-1 al España.
¡Vaya zarpazo del tigre, felicidades!
"El dolor es temporal, el orgullo es para siempre"
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