Por: Daniel Chanona Velázquez.
Con una dosis de nostalgia.
CUANDO un técnico simplemente le da la espalda a “su” afición y decide irse por la puerta tercera, es sinónimo de frustración e impotencia. Juan Carlos Osorio renunció este martes a la dirección técnica del Puebla, institución longeva que con el paso de los años parece tomar aires sombríos producto de una lamentable administración que, por razones obvias, terminan acribillando la razón y la esperanza de el seno camotero dentro y fuera de las canchas, además que repercutir de manera directa en quienes solían abarrotar las tribunas del glorioso “Cuauhtémoc”.
Recuerdo la vez primera que pisé el coloso de la Angelópolis, y como aficionado –más que como comentarista- soy víctima de la impotencia, sin embargo cuando uno se haya de tras de las letras y el comentario es oportuno apostarle al futbol y dejar a un lado las pasiones que pretenden, en ocasiones, dominar a la razón; fue un verano del 99, cuando “La Franja” recibía a Morelia. Majestuosos lucían sus alrededores: banderas, cornetas, sonajas, bufandas, camote en dulce, cemitas, molotes, niños, jóvenes, adultos, detractores, mentirosos, defensores, ilusionados. Ingresé por la parte sur del inmueble, emocionado. Por fuera, el “Cuauhtémoc” suele verse modesto, pequeño, aparenta albergar lo esencial. Una vez dentro se es testigo de la verdadera algarabía poblana: batucadas, gritos desesperados por aclamar el gol ahogado en las gargantas, enmascarados, quimeras, disfrazados, heladeros, torteros, cubeteros, enamorados. Aquellos que gozaban de beneficios descomunales, descendían cien metros –casi a ras de campo- en donde yacen las mejores localidades del recinto. El resto nos colocamos 35 metros bajo tierra, sobre la tribuna general, aguardando los destellos fugaces del partido. Alfredo Tena dirigía al Puebla.
Desde entonces intento comprender el porqué de las mezquindades pasajeras incapaces de ser exorcizadas por el orgullo mismo.
Roberto Henaine, directivo camotero, suele culpar al actual plantel por los deplorables resultados del equipo en la presente campaña, aseverando que su actitud no es la que con anterioridad habían acordado tener. Como jugador es desesperante estar rodeado de un ambiente fraudulento, caprichoso y mentiroso, aún así tienen la obligación del oficio y cual profesionales pretenden retribuirle a su afición el apoyo incansable que les han brindado. Hugo Fernández, vocero oficial del señor Henaine, mal aconseja al cabecilla poblano y seduce con falsedades a la inestable ideología camotera.
El uruguayo, Daniel Bartolotta, ex jugador del Puebla a mediados de los años 80’s, asumió la dirección técnica del equipo de la Franja de forma interina. El director deportivo, Fernández Vallejo fue el encargado de presentarlo y calificó al nuevo cuerpo técnico como “institucional”, terminología acuñada de algún discurso político reciente. Pamplinas.
Pareceme lógico que Bartolotta culmine cabalmente su encomienda. No le queda de otra. El plantel con el cual contará es uno de los más completos dentro del soccer mexicano, sin embargo el fondo físico de sus jugadores se ve mermado en demasía en las segundas partes, señal clara de que algo no se estaba -o no se quería, o no se quiere- haciendo bien.
No cabe la menor duda que en la época contemporánea del Puebla los años del “Chelís” son añorados por miles de aficionados y es aún más triste saber que los mismos no volverán por un largo tiempo, mientas Henaine y Fernández sigan velando de a pecho por sus intereses más que por la mística misma del futbol.
¿Cómo diantres un jugador va a brindarse en la cancha si no siente los colores del equipo? ¿Cómo pueden pretender que el Puebla coseche lo sembrado si en vez de incentivar al jugador constantemente se le es excluido por falta de rendimiento? Es grave el entorno camotero, es alarmante la separación de cuatro jugadores por un “bajo desempeño”. De uno, se los llego a creer, pero separar a cuatro es sinónimo de una inestabilidad social en la institución. Sobre ello deben actuar.
A las enfermedades crónicas se les trata con mesura, pues una simple aspirina soluciona lo que un malabarista a una obra en construcción.
“El dolor es temporal, el orgullo es para siempre”.
Twitter: @Daniel_Chanona | vitrinadeportiva@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario