Datos personales

Mi foto
Amante del periodismo y los deportes.

lunes, 25 de junio de 2012

VITRINA DEPORTIVA (Columna publicada en el diario deportivo ESTO)




Por: Daniel Chanona Velázquez 


El francés más argentino.

GASCUÑA, ciudad ubicada al suroeste del pueblo francés, mezclada con olores de feria cual provincia de Guyena, acobijada por el Golfo de Vizcaya, el Garona y los Pirineos, dio luz a quien se la devolviese a la región pampera la noche del sábado 23 de junio de 2012; cuna de la raíz etimológica del apelativo Trezeguet, apellido que hoy se inmortaliza en las vitrinas del “Antonio Vespucio Liberti”, añejo escenario quien fuese un desgraciado testigo del deceso millonario aquella tarde de domingo -26 de junio de 2011- donde tras la igualada a uno con el Belgrano en el cotejo de Vuelta de la Promoción, disputado en el mítico “Monumental”, River Plate derramó lágrimas de impotencia producto de sus malas decisiones administrativas y le dijo “adiós” por vez primera en su historia al máximo circuito argentino, pesadilla de la cual solamente se atesoran las letras vagabundas, quienes señalaban el acto impresas bajo la tinta del “Clarín”, “Olé” o de “La Razón”, longevas gacetas del Cono Sur.

Con tres Mundiales bajo el brazo –coronándose en el 98 con la Selección de Francia-, y dos Eurocopas disputadas, el hijo pródigo de la ilusión del barrio de La Boca, David Sergio TREZEGUET, le devolvió el aliento a una entidad deportiva que se hallaba mermada bajo los escombros del que alguna vez fungió como el máximo exponente del balompié continental desde aquél año 1932 cuando inmortalizó la, ahora conocida, Plaza de Mayo a la postre de alcanzar el que fuese su primer título nacional. Sí, Trézéguet, aquél joven francés de padres argentinos, hijos de franceses, nacido en Ruan y quien comenzara a palpar la bola en el Platense; sí, aquél quien consiguiese el gol más rápido, hasta entonces, en la historia de la Champions League, en unos Cuartos de Final, ante el Manchester United, donde bastaron 97 segundos para que el Mónaco abriese el marcador de la mano de sus botines –vaya ironía-; sí, aquél quien fuese nombrado Jugador joven del año” de la Ligue 1, en el 98, formando una dupla letal con, el a la postre juzgado, Thierry Henry; sí, el mismo que algunas vez brilló con la Juventus, recordado también por su titubeo desde el manchón penal en la Final de la Champions de la Temporada 2002-2003, ante Dida, otorgándole así “la orejona” al Milán. El mismo trotamundos de los desperdigados andares pamoleros, resurgió al borde de los 35 años para cumplir un nuevo desafío y devolver a River Plate, el club de sus íntimos afectos, a la Primera División del fútbol argentino con los dos goles que anotó en la última Fecha para el triunfo obtenido sobre el Almirante Brown (2-0), y a despecho de un penal que le atajaron, Trezeguet terminó por consolidar su romance con los hinchas de la banda roja.

Artillero que soportó un comienzo abrumador, perseguido por la inmediata adaptación física que lo ahogaba en el banquillo, a pesar de sus enormes pergaminos. Con el tiempo, le llovió la gracia divina de la coloquialmente llamada “revancha deportiva”, y en poco tiempo se convirtió en un jugador imprescindible del esquema del River. Escudriñando en las declaraciones del franco-argentino tras el ascenso, David no dudó en catalogar su primer gol anotado ante Almirante Brown, en citada contienda, como uno de los más trascendentes de su carrera, incluso por encima del que le diese el título a Francia en la Eurocopa del 2000.

Dictase Michael JORDAN en "Mi filosofía del triunfo": ‘El talento gana juegos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos’… y por ende, el retorno de los grandes.

“El dolor es temporal, el orgullo es para siempre”.

TWITTER:  @Daniel_Chanona | CORREO: vitrinadeportiva@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario