Atípico
relato
ESCRIBO líneas
desperdigadas sobre la hoja de texto virtual. Borro. Me detengo a pensar por
instantes qué tema abordar. Retomo el escrito. Una nota nueva ha llegado a la
redacción. No, nada interesante. Por un momentos creo oportuno señalar el caso “Chávez
Junior”, sin embargo, evado la idea; sí, ya la han abordado en demasía. Es una
pena, pobre Julio. Sí, no lo justifico, pero “el que con lobos anda…”, bueno,
sigamos. El tema central de dicha colaboración me acongoje, me perturba, me
desorienta. Comienzo a pensar que entablar una charla semanal no tiene por qué
causar estragos en su redacción. Estoy en lo cierto, no los causará. Una y otra
vez me detengo a revisar la Jornada –no, el diario no, me refiero a la fecha
nueve de la Liga-. Nada fuera de contexto, expuso el ritmo mediano del Apertura
2012. Empate, empate, empate… ¡momento!, ah, sí… empate. Continúo intentando precisar
el porqué de tan mezquinos resultados. No, ya dije, no debo ser tan duro. Ser
flexible, ser flexible; repito dentro de mí. Un abultado marcador yace frente a
mis ojos, sí, escrito en una de las páginas deportivas que suelo consultar.
¡Ok! No, tema derogado: Monterrey vs. Querétaro. Aunque me detengo y pienso: “vaya,
los pupilos del ‘Vuce’ ganaron”, un vacio invade mi conciencia. Recobro el
aire. “Cierto, derrotaron a Querétaro, ¿cuál es la novedad?”. Punto y seguido.
Dirijo el Mouse del computador a la
parte inferior de la pantalla. Clic. Minimizo la crónica. Deslizo el mismo a un
costado diestro. Clic. Se maximiza una nueva fuente de consulta. Me enfadan las
declaraciones de Diego Reyes: “no hay que victimizar el empate”. Respiro.
Inhalo, exhalo. Ya. Exageré un poco. Retomo el tema. Parece que el joven aún no
tiene conciencia de lo que representa, al menos ante un sector de los
seguidores americanistas, el que Cruz Azul les haya sacado el punto. Me
pregunto: ¿entablo un juicio para con su persona? Me respondo: no, mejor escudriño
en YouTube. ¿YouTube? Sí, ese sitio de perdición en el que navegas sin
descanso. Buceo entre las relaciones de la semana nueve del Torneo. ¡Un
momento! Se me agota el oxígeno. Claro, simple metáfora. Y ¿por qué? Porque
coloco el indicador del Mouse y
produzco el video. Habla Sambueza. Sí, Rubens, el del América. Lo escucho. A la
par, batallo con la tinta enclaustrada en el fondo de mi lapicero negro. Ello
me impide tomar nota. Stop. Cierro
los ojos. Recorro imaginativamente mi hogar en busca de un nuevo lapicero tinta
negra. ¡Bingo! La mochila que llevo a la escuela. Me levanto de la silla.
Empujo el escritorio. Camino hacia ella. Lo tengo. Retorno. Play. Va de nuevo. Habla Sambueza. ¿¡Qué!?
Se dice feliz por el empate. Se dijo contento por no haber perdido, pero le
frustra el no haber ganado. Vaya paradoja. Sí, dicho por él. Pienso: si tan
solo las nuevas generaciones seguidoras del “Ave” se empapasen un poco de su
historia y prosapia, no permitirían actuaciones carentes de decoro. Exploro con
la vista el sitio web. Leo: “Piojo, Piojo, Miguel, Pijo”. ¡Piojo Herrara!
Listo. Clic. Se reproduce un nuevo video. Habla. Se justifica. No reconoce
fallas generales. Se vuelve a justificar. Termina. Abandono la página. Repaso
posibles temas: Guerreros, ganó. Bien por ellos; Jaguares reta con desplegado a
Cruz Azul. Será otro día; Madrid derrotó al Barcelona en la Supercopa de
baloncesto: vaya jaleo. Rememoro: El Tri femenil venció 1-0 a Nueva Zelanda en el inicio del Mundial
Sub-17. Bien. Aterrizo la idea y… ¡¿qué, cómo?! ¡¡Charros!! Espacio
insuficiente. Archivo. Guardar como. Rotulo. Adjuntar archivo. Selecciono
receptor. Enviar. Clic. Atípico relato. Escribí más de lo que imaginé.
“El dolor es temporal,
el orgullo es para siempre”. TWITTER: @Daniel_Chanona
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