LA
modestia es quien actualmente acobija a la mayoría de los clubes en el futbol
mexicano, adjetivo que va más allá de los elogios y la evasión de poses
ególatras una vez conseguidos los pasajeros resultados. Me refiero a equipos
limitados en el papel, y que a base de esfuerzos constantes logran atesorar
mejores números una vez rebasada la mitad del Torneo.
Cuando
el paso de un conjunto es, por demás inestable, implica que las labores
cotidianas no son del todo benévolas para la inmediata reversión del suceso;
sin embargo, el cosechar escuetos resultados y sobreponerse a una situación
similar a sabiendas de contar con una “minúscula” paleta de recursos humanos es
el marco apropiado para recibir desperdigados gestos de decoro. Soy de aquellos
tipos que no creen en las “rachas”, sino en el trabajo. Sólo de ello depende
una dinámica favorable.
Evidente
resulta la mejoría que ha presentado Jaguares de Chiapas en sus más recientes
cotejos disputados. La incorporación de Leiton Jiménez le sentó bien a la
propuesta ofensiva que José Guadalupe Cruz pretende imponer. Si bien el
colombiano se ubica por el costado izquierdo de la zaga chiapaneca, hay quienes
aseguran que el mejor ataque es la defensa misma. Dicha acción llena de
confianza a uno de los elementos que mayor virtud posee dentro del terreno de
juego con la camiseta felina: Gerardo Espinoza, jugador versátil, audaz, quien al
parece luce con mayor libertad y margen de coordinación en el medio campo,
sabiendo que tras él hay alguien que solvente los embates del rival y, a la
par, con el juvenil Amando Zamorano conforman los engranes principales que
proporcionan el equilibrio adecuado del equipo. Las buenas actuaciones de
ambos, le han constado la titularidad a Alan Zamora, a quien se le ve con mayor
frecuencia en la Sub-20, y Luis Miguel Noriega, de perfil más reservado al
momento de pretender buscar el arco contrario.
Miguel
Ángel Martínez luce despreocupado de cargar con la responsabilidad total de la
central chiapaneca aunado a su capitanía. Bien sincronizado con Jiménez, el
argentino adquiere mayores espacios de medio sector hacia el frente, u opciones
claras para la construcción de jugadas con el balón bajo el control de su
equipo, puesto que Esqueda y Corral aprovechan sus respectivas bandas, a donde
bien se repliegan, abriendo así los espacios para salir escoltados por el
“Japo” –por izquierda- o Andrade –por la diestra-, quienes aguardan el
movimiento oportuno Rey o John Córdoba, arietes que controlan –por lo regular-
de espaldas al marco intuyendo el pique de quien le tocó la esférica, para
respetarle el esfuerzo y lograr con ello una triangulación que culmine con el
centro aéreo, medio o rasante al área y el remate propio del término de la
jugada. Si el rival adquiere una lectura
apropiada del caso, gente como Andrade, Zamorano, Rey o Rodríguez tienen la facilidad de empalmar con soberbia
el balón e intentar incrustarlo en el marco rival. Sin mayor complejidad, y con
más “talacha” que suerte, hoy Jaguares adquiere aquél sentido de juego que,
lastimosamente para su afición, es exhibida en la recta final del presente,
haciendo complejo su pase a la tan ansiada Liguilla.
Contra
San Luis dominaron, impusieron y ganaron; pero resulta oportuno no caer en los
alardes, porque si bien golearon a Reales, cabe reconocer que el rival no propuso, no se opuso, no fue
nada. Dándole, desde luego, la justa dimensión a las cosas.
“El
dolor es temporal, el orgullo es para siempre”.
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@Daniel_Chanona
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