El
monarca de la noche: Salvador Cabañas
NO
hubo lente que no consiguiera eclipsarlo para el eterno recuerdo. Salvador
Cabañas volvió a Chiapas… aunque sea por unos días para recibir la ovación de
una afición urgida de un ídolo como lo fue él. Por ello, el Zoque produjo un
aplauso ensordecedor durante su vuelta olímpica arriba de aquél convertible
negro. Por aquella simple razón, la fanaticada naranja se entregó con tal
fervor que los menos asiduos a su persona aclamaron también su retorno.
El
portón teñido de blanco, situado al norte del inmueble, que conduce al
estacionamiento particular del “Víctor Manuel Reyna” custodiado estaba aquél
primer día de noviembre por contadas ilusionadas pupilas apenas marcaba el
reloj las 16 horas; representantes de los medios de comunicación protagonizaron
una atípica unifila con dirección al improvisado módulo donde autorizado sería
su acceso tras entregarles la respectiva que los acreditaría como tal.
Villaseñor,
Andrade, Arizala, Zárate… uno a uno los integrantes de la plantilla de Jaguares
aparecían en escena minutos previos a su entrenamiento de las seis, donde no
habría mayor protagonista que el “Mariscal”.
17:26 horas: el choque de las
palmas de quienes aguardaban a las afueras se hicieron escuchar. Eran pocas
pero cálidas. Una Suburban blanca varó a escasos metros de la puerta del
vestidor. De ella, escoltado por su padre, descendió “Chava” por el costado
diestro, el opuesto a donde ubicada estaba la prensa. Estrechó la mano de sus
amigos directivos y se encaminó hacia el recinto íntimo del Jaguar. Entonces,
se dio luz verde para el acceso. “La credencial del Bono en la mano, por
favor”, rezaban los encargados de coadyuvar el orden. El ingreso a la práctica
nocturna exclusiva era para abonados.
17:37 horas: Cabañas saltó al terreno de
juego, vistiendo el uniforme de entrenamiento color azul marino. Alzó los
brazos y esbozó una sincera sonrisa. Por segundos lo rodearon las cámaras, sin
micrófonos de por medio, pues no hablaría. Se reunió con Martínez, Corral y
“Japo”; intercambiaron frases del anecdotario por algunos minutos. José
Guadalupe Cruz, por lo pronto, charlaba dentro de la cancha con Ricardo Campos,
director deportivo, y Arturo Villanueva, director general del equipo.
17:56
horas: Pepe concentró a sus pupilos en medio terreno. Palabras más, palabras
menos. “Pambita” de bienvenida a Salvador. El trabajo regenerativo se puso en
marcha. Trotó. Tocó la bola en espacios reducidos y en el tenis balón. Hora y media de cánticos
a su persona.
Es
cierto, ya no es el mismo. Su motricidad es diferente, negada; sin embargo más lo
admiro; a su lado humano, a su persona, por su fuerza de voluntad. Sin
prejuicios, es un ejemplo de vida. ¡¿Cómo no?!
Jaguares
ya ganaba 3 por 0 al medio tiempo de la fecha 16; el túnel central abrió sus
puertas. El sonido local pronunció su nombre. Se erizó entonces la piel del
hombre, del fiel seguidor. “Gracias, mi gente”, citó. Habló Botello, quien
preside la Junta Ejecutiva del club. Hubo esporádicos aplausos de por medio.
Habló Juan, al menos eso intentó, puesto que el bullicio y la rechifla al
momento sacaron de contexto cualquier grato protocolo; pronto, el actual
Gobernador Sabines cayó, lo hicieron acotar su discurso, pues la noche de aquél
dos de noviembre era sólo del histórico “10” felino… y de nadie más.
“El
dolor es temporal, el orgullo es para siempre”.
TWITTER: @Daniel_Chanona |
vitrinadeportiva@hotmail.com
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