Mamma mia!
MADRID, España.- Para que la
cuña apriete, tiene que ser del mismo palo. El ex canterano del Real Madrid,
Álvaro Morata, sacó del camino a sus colores de antaño (2-3, global). El Madrid
varó sus fortalezas el mismo día en que amagó con reencontrarlas. Cuando la
Juventus le paró en seco, con cautela y prudencia; sin más, con contundencia.
El madridismo llora y reparte culpas, mientras la vecchia signora se peina, modesta, para citarse con el Barcelona en
Berlín.
Se purificó el Madrid,
anímica y colectivamente. Y se purificó también el Bernabéu, vestido de un
blanco que aminoró bochornos primaverales. Porque ayer fue la tarde más cálida
de mayo para la capital en las últimas tres décadas (37 grados Celsius), porque
ayer el futbol transpiró a granel ansiedades y suplicios de reivindicación
conjunta. Porque ayer España ansiaba mantenerse hegemónica en Europa.
Gianluigi Buffon atajaría
cuanto pudo y como pudo. Desfachateces de Gareth Bale, sofismas de Karim
Benzema, incluso lidió con la traza de Marcelo, hacedor de aproximaciones
armoniosas por el carril izquierdo. Buffon, el inmortal, prolongaría la proeza
juventina hasta el minuto 23, cuando el silbante Jonas Eriksson infraccionó con
un penalti la imprudencia de Giorgio Chiellini sobre la humanidad del
serpenteante colombiano James Rodríguez, quien acechaba impulsivo al
guardavallas cinco veces mundialista.
El estadio hizo mutis
enseguida, salvo los 4 mil italianos del fondo norte que fueron reduciendo los
decibelios de sus cánticos a causa del casi sepulcral ritual madridista.
Cristiano necesitaba concentrarse; los suyos le corresponderían con la
prudencia. Complicidad de longevos amantes, de los que se increpan pero que no
dejan de quererse. Entonces inhaló pausado, con la mira puesta en la verdad
alfombra… y exhaló de un golpe, convencido, con las manos firmes sujetando su
cintura. La esférica, abollada por el brutal impacto, detonó la algarabía de
una grada extraña, de las que glorifican y reconvienen al mismo tiempo. De las
que pitan a su entrenador, aún habiéndola llevado un año antes a Lisboa.
Los huecos que la Juventus
se esmeró en clausurar, Benzema los reabrió a la buena. Con la clarividencia de
quien goza tanto cuando se encumbra como encumbrando a los demás. Es un
delantero fino, que juega, deja y hace jugar. El que necesitaba el Madrid para
recolocarse en el campo, para afianzarse el terreno cedido por los de Turín en
su afán de que el Real no les doliera tanto al contragolpe. No obstante, el
desatino ibérico, en suma con la resolución del adversario, fue orillando al
Madrid al desencanto.
En principio, mucho más se
esperaba de Paul Pogba, el mediocampista que a sus 22 años de edad es asediado
por medio continente. Sus recientes dolencias le impidieron quizás mostrarse
pleno, mas siempre estuvo para Andrea Pirlo, siempre; y para Álvaro Morata en
una de las contadas volcaduras de la Juve a la ofensiva, cuando el Real Madrid
menguó su empuje. Al minuto 57, Pogba devolvió al centro un trazo largo y
machucado que Morata definió a placer. No celebró, pero seguro que por dentro
se deshizo de alegrías.
Carlo Ancelotti, nervioso,
mandaría al terreno de juego a Javier Hernández a 25 minutos del final. Se
esmeró como no lo supo hacer Bale, como cada que al mexicano le brindan el espaldarazo,
pero “Chicharito” necesita de tiempo, de balones colgados y de espacios, los
que no halló el Madrid en la noche del estrepitoso fracaso.
ASÍ JUGARON
Real Madrid: Casillas;
Carvajal, Ramos, Varane, Marcelo; James, Kroos, Isco; Cristiano, Benzema
(Hernández 66’) y Bale. DT.- Ancelotti.
Juventus: Buffon; Lichtsteiner,
Bonucci, Chiellini, Evra; Marchisio, Pirlo (Barzagli 78’), Pogba (Pereyra 37’);
Vidal, Tévez y Morata (Llorente 84’). DT.- Allegri.
*Crónica publicada en el diario deportivo ESTO.
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